martes, 31 de enero de 2012

IES Vicente Medina - Gymnasieskola Uddevalla 2011

 Cada año, se realiza en nuestro instituto un intercambio con alumnos suecos del Instituto Gymnasieskola Uddevalla. Sofía, alumna que participó el año pasado en dicho intercambio, nos relata su experiencia personal.

 Once a year, there is an exchange with a sweden students of a school  called "Gymnasieskola Uddevalla". Sofia, who joined at this exchange last year, tells us about her experience.




RISAS, BAILES, DIVERSIÓN, LLOROS...

  Contaba los días que faltaban para que llegaran. ¿Cómo serían? ¿Cómo reaccionarían? ¿Se acostumbrarían a vivir aquí? Nada de eso estaba en mi cabeza cuando las vimos por primera vez en el aeropuerto. Tal era el nerviosísimo que sentía que, en un principio, saludaría a la sueca que no iba a ser “la mía”. Al mismo tiempo, ellas se quedaron un tanto impactadas cuando nos lanzamos a saludarlas ya que, en Suecia, las personas se saludan dando la mano y no dos besos.
Una semana increíble, mejor de lo que me imaginaba, que ya es decir. Creía que serían algo más tímidas, que no aguantarían mucho nuestro ritmo…pero todo lo contrario. Cogimos una confianza como si nos conociésemos desde hace años. El fin de semana, por la noche, nosotras éramos las que no aguantábamos su ritmo…¡querían salir de fiesta el domingo! Por  otro lado, en mi casa, como si en verano nos encontrásemos, se salía al patio y, en tirantes y pantalones cortos, tomaba el sol hasta parecer prácticamente una gamba.
Muchas eran delgadas, altas y rubias…pero no todas. No eran tal como nos las pintan en la televisión y las revistas. Son personas normales, como todos nosotros, aunque su aspecto o sus costumbres no sean las mismas.
Risas, bailes, diversión, lloros…una semana fantástica que no se puede describir con unas cuantas palabras. Todos nos reíamos al hacer bromas españolas y al ver sus caras de no entender nada. Cada día inventábamos un baile ridículo en cualquier sitio (autobús, calle, centro comercial…); a la vez, aprendimos canciones suecas que, aunque no sabíamos qué significaban, eran con las que empezábamos y acabábamos los días; una diversión acumulada día tras día, lo que hacía que acabásemos sin fuerza alguna; los lloros finales fueron lo peor sin duda: tener que despedirnos de esa persona que durante una semana ha formado parte de nuestra vida y que, aunque haya sido poco tiempo, sientes que la quieres como una hermana más.
 

Sofïa Perea Ruiz.

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